En el mundial. Algunos cambios en la sociedad peruana

El triunfo de ayer cobra sentidos poderosísimos a la luz de las reflexiones y trabajos de Constantino Carvallo. Lo entrevistó en el 2008 Patricia del Río.


¿Por qué los peruanos no llegamos al Mundial?
Porque los equipos peruanos tienen grandes inseguridades. Cuando se enfrentan, por ejemplo, a los argentinos, se mueren de miedo, porque los rivales son blancos, grandes, guapos y se visten bien. Hay un sentimiento de inferioridad que los hace creerse menos, y ese sentimiento proviene de la educación.

¿Por qué de la educación?
Porque el aprendizaje más importante que uno hace en la escuela es quién es uno y nuestro sistema educativo muchas veces nos hace creer que no valemos. La escuela forma personas con sentimiento de brutalidad, de ignorancia, que creen que sus conocimientos no tienen ningún significado.

Leí un artículo en el que señalabas que nuestros jóvenes eran hinchas de cualquier equipo porque Perú ya no iba al Mundial, y eso denotaba pérdida de identidad.
Así es. Todo país necesita héroes en los cuales el pueblo y, sobre todo, los jóvenes y los niños, vean encarnado el éxito. El deporte representa la lucha contra la adversidad, el coraje, el valor, la caballerosidad. Un buen deportista influye mucho en los ciudadanos, y en el Perú eso está abandonado. Se ha perdido.

El deporte tiene una llegada que no se está aprovechando.
Así es. Se ha abandonado el incentivo de la práctica del deporte, que es fundamental en la formación moral porque, entre otras cosas, nos ayuda a respetar reglas. Es un espacio normado, en el cual hay consecuencias y sanciones, a diferencia de lo que ocurre en el país, para el que comete una falta. Por eso tenemos jugadores peruanos que todo el tiempo están insultando y discutiendo con los árbitros y terminan expulsados.

Por revoltosos
Sí, porque esa es su manera torpe de enfrentarse a la autoridad que en realidad oculta el miedo que se tiene al otro equipo, la inseguridad que se tiene frente al otro.

El temor al fracaso.
Sí, pero sobre todo el temor al éxito, que creo es más fuerte. Los equipos peruanos, cuando van a un campeonato y nadie espera nada de ellos, ganan. Pero cuando ganan el primer y el segundo partido y se espera que sigan ganando, entonces los golean. Así somos los peruanos, tenemos esa fragilidad moral, esa debilidad existencial.

¿Qué rol cumple la escuela en esto? ¿Qué clase de ciudadanos se está formando?
La escuela en el Perú es muy violenta. Por un lado, imparte un conocimiento vertical que los alumnos deben repetir sin cuestionar nada; pero además hay mucho maltrato físico y psicológico. El maltrato psicológico es estructural y se refleja en las evaluaciones que sirven para humillar a los alumnos.

¿Por qué para humillar?
Porque les enseñan mal, les ponen notas muy malas y les crean así un sentimiento de abandono y desesperanza frente al aprendizaje.

¿Qué pasa con este alumno luego de once años de no enseñarle a pensar, de tratarlo violentamente? ¿Cómo sale al mundo?
Un chico con más de diez años en la escuela para obedecer a regañadientes y para cumplir tareas que no entiende, crece con miedo a los maestros, a la autoridad.

Y probablemente con ningún apego a la democracia
No solo no la valoran porque no la han vivido, sino que se han sentido maltratados por el sistema. El Estado, representado por la escuela, no ha sido generoso, ni noble. Ha sido abusivo y esto genera un fastidio que sumado a otros factores convierten la escuela pública en una fábrica de rencores.

Ese rencor se aviva porque además se confían en que la escuela los va a sacar de la pobreza...
Lo cual no es cierto. En el Perú, la educación no es más un factor decisivo de movilidad social. El último y peor alumno repitente de un colegio de clase A va a tener más y mejores oportunidades laborales que el mejor y más destacado alumno del colegio de la Tablada de Lurín.

De acuerdo con lo que señalas, la escuela es más bien un vehículo de condena social.
Noam Chomsky dice que las escuelas sirven para mantener a raya a la plebe. En alguna época se ponía en las casa letreros que decían: "Se necesita empleada sin colegio". Eso es lo que hace el país, quiere ciudadanos sin colegio, sin educación, como si así fuera más fácil gobernar o controlar a la gente.

Te preguntabas en un artículo: "¿Quién se beneficia con la ignorancia de nuestros niños?".
Contra lo que muchos creen, en el Perú hay un grupo social que se impone sobre la mayoría, y una de las fuerzas que tiene para esa dominación es estar mejor educado. Esto les otorga una inteligencia y capacidad de control sobre los demás de las que muchas veces no son conscientes. Los dominados, por su parte, no saben cómo reclamar sus derechos. Eso permite abusos como los 'services', de los que tanto habla Alan García.

Pero eso es muy peligroso
Hay un grupo de empresarios y líderes ciegos que no se dan cuenta que están creando un polvorín, un descontento que luego se traduce en expresiones irracionales

¿Se están convirtiendo nuestras escuelas en recintos para vehiculizar el odio, o el terror, tal como señala la CVR que ocurrió en la época de Sendero Luminoso?
Uno de los aspectos importantes que señala la CVR es que el terreno para que aparezca un líder fundamentalista que nos va a salvar está abonado por el tipo de relación humana que se establece en la escuela, donde hay una persona que tiene la verdad, el maestro, un libro que es la fuente escrita de esa verdad y unos alumnos que deben aprenderla y recitarla.

Cero reflexión.
Así es. El alumno no tiene nada que descubrir porque la verdad la posee el maestro. Ese tipo de relación autoritaria inculca en la población la esperanza mesiánica de que existe una persona, un movimiento, o un credo que los va a sacar de su condición. Eso es lo que Humala o el propio García han representado para mucha gente. No existe la convicción de que el Perú es gobernado por los peruanos

La escuela no nos hace actores de nuestra propia historia.
No, ni nos convence de que la política nos concierne a todos y que de alguna manera nuestras voluntades pueden influir en su marcha. Lo único que nos inculca es buscar un carácter que nos salve. A eso súmale la violencia de la que hablábamos y el hecho de que en la escuela todavía hay un sector del magisterio nacional que simpatiza con Sendero. Hay un peligro ahí

Sobre todo porque las condiciones que favorecieron esa relación Sendero-escuela siguen ahí...
La escuela pública sigue siendo la escuela de los pobres, y no debería ser así. Los sectores sociales medios deberían confrontarse, relacionarse y vincularse con toda clase de peruanos. A la escuela pública debería ir el hijo del gerente, del panadero, del alcalde.

Como ocurre en otros países.
Así es, donde la gente asiste a la escuela que está en su barrio. El Perú, en cambio, tiene un sistema educativo que es un apartheid, perverso, aislado; incluso al interior de la propia escuela privada. Los colegios religiosos no se mezclan con los no religiosos y cada grupo tiene sus propias actividades. Realmente la escuela contribuye a mantener los estancos en los cuales viven los ciudadanos peruanos.

Y fomentan entre los niños sentimientos de exclusión. Aprenden a no mezclarse.
A no mezclarse y a no conocer. La escuela no contribuye a completar el desarrollo de la nación peruana. Hay niños de un sector social que se miran entre ellos y todos son idénticos entre sí: tienen la misma situación económica, social y muchas veces la misma situación racial. Salvo en el imaginario, no conocen lo que es una persona pobre, negra, china. Son construcciones exóticas, de otro que es rarísimo, al que hay que tenerle miedo y desconfianza.

Pero esos chicos, hijos de una élite, probablemente sean los que hereden las empresas más grandes de este país, controlen el poder económico.
Y creen que el Perú limita al norte con la Javier Prado, al sur con Asia y al oeste con Miami. Tienen una visión del Perú restringida.

Y eso pasa también en sectores más pobres.
Así es, cuando yo traje a estudiar a Los Reyes Rojos a los chicos de Alianza Lima, la percepción de estos chicos morenos era "acá hay mucho pituco". No querían salir del aula, y se sentían más raros que si los hubiera llevado a Checoslovaquia: se sentían en otra cultura, otra nación. No querían integrarse.

No basta con juntarlos
No es fácil. En la literatura peruana hay dos ejemplos típicos: uno es "Paco Yunque", cuento de Vallejo, que transcurre en una escuela rural, donde Paco, hijo de campesinos, es torturado por su compañero Grieve, hijo de hacendados, que lo somete a espantosas torturas. La otra es "La ciudad y los perros", que narra la historia de un colegio militar donde asisten chicos de distintos niveles sociales: la violencia y el abuso que se dan ahí termina en el asesinato de un negro.

¿Renunciamos a mezclarnos entonces?
No, la escuela debe mezclar, debe poner a todos juntos y revueltos, pero debe cuidar las relaciones, desde muy niños, porque si no se van a reproducir en las aulas los odios, las diferencias, las agresiones que provienen del hogar.

Especialistas sostienen que las aulas reproducen a menor escala todas las taras de la sociedad
Sí, porque reflejan la profunda distancia, separación y desconfianza que hay entre los sectores peruanos que están marcados, además por un tema muy grave que la educación no trabaja: el racismo.

Que nadie quiere tocar.
Ni mencionar, por eso no aparece en ningún documento del Estado. Y aquí hay racismo de todos contra todos. No es solo de los blancos hacia los cholos o los negros. Es también de los cholos hacia los blancos, de los cholos hacia los cholos, de los negros hacia los negros. En el club en el que trabajaba como dirigente, los que más fastidiaban y se fijaban en la boca, el pelo o la nariz de los negros para fastidiarlos eran los propios negros. Establecían diferencias entre el negro claro y el más retinto. Hay una incorporación casi como la leche materna del racismo en el Perú.

¿Ahora, cuál es la responsabilidad de los padres en todo esto? Porque no todo es culpa de la escuela...
Los padres ya no educan a sus hijos y le piden al colegio que asuma funciones que antes le correspondían a la familia: exigen que les disciplinen a sus hijos, que los hagan responsables, estudiosos, o que les inculquen valores.

Pero eso es mucha carga para los maestros.
Sí, porque a la escuela llegan niños que no tienen lo que se llama educabilidad, es decir, que no han aprendido en su hogar los patrones de socialización iniciales, básicos, que les permiten estar sentados en una clase, atendiendo, de manera respetuosa.

¿Cuánto de esto se puede resolver? ¿Hasta qué punto tiene en sus manos la escuela la posibilidad de formar mejores ciudadanos?
El afecto, como el odio, es el resultado de una reciprocidad. Las escuelas tienen que querer a sus alumnos. Está en manos de los maestros la salud emocional de los peruanos. Por eso las escuelas deben plantearse el ser amigables, espacios gratos, que se preocupan verdaderamente por el otro. Eso cambiaría mucho la suerte de los peruanos.

Muchos chicos del Alianza que hoy triunfan en el extranjero estudiaron contigo.
Sí, están Jefferson Farfán, Paolo Guerrero. He trabajado también con Juan Diego Gonzales Vigil que está en España, y otros chicos que están en el primer equipo, como Roberto Guisazola, Wilmer el 'Zorrito' Aguirre, que espero lo vendan pronto a Europa para que haga dinero.

Tu teoría es absolutamente válida: un chico bien educado con una autoestima más fuerte, es mejor en cualquier cosa que haga.
Sí, pero no quiero recibir indulgencias ajenas. Guerrero y Farfán, ambos tienen unas madres extraordinarias que estuvieron al pie del cañón desde que nacieron. Iban a los entrenamientos, a partidos. Velaban por su alimentación, su crecimiento. Si hay padres que quieren a sus hijos y una escuela que también quiere a esos niños, el éxito está garantizado.

Te he leído citar varias veces a Rilke: "La única patria del hombre es su infancia". ¿Qué clase de patria les estamos dando a los niños en el Perú?
Si la patria del hombre es su infancia, los olores, los sabores, los colores, la música, los recuerdos, los héroes, los padres y los profesores de los primeros años, estamos construyendo una patria que, como dice el poema de Pablo Guevara, es la "casa del padrastro". El Perú es esa casa del padrastro, donde los peruanos son entenados a los que nadie quiere y por eso los tratan mal


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