Príncipe Cinco Armas

Un cuento popular: "El Príncipe Cinco Armas".

Cuando el Príncipe cumplió dieciséis años, su padre lo envió a la ciudad en donde encontraría a un Maestro y estudiaría con pasión artes marciales. El Príncipe fue un gran estudiante y, como símbolo de su distinción, el Maestro le otorgó cinco armas: un arco, 50 flechas, una espada, una lanza y un mazo. Luego lo envió de vuelta a la ciudad.

Camino a casa llegó a cierto bosque habitado por un monstruo. La gente que vivía a la entrada del bosque le advirtió al Príncipe Cinco Armas: "Joven, no tome el camino por el bosque. Allí habita un monstruo terrible llamado Pelo-Pegajoso. Mata a todos los que se cruzan en su camino".
Pero el Príncipe había entrenado arduamente, era seguro de sí mismo y era valiente como un león, así que siguió su camino a través del bosque, y cuando llegó al centro, vio al terrible monstruo. Pelo-Pegajoso era tan alto como un árbol, con una cabeza tan grande como una casa y ojos del tamaño de platos, y tenía dos grandes colmillos amarillos y horribles dientes marrones, además de una barriga enorme cubierta de ronchas, y sus manos y pies eran verdes. El monstruo rugió: "¿Cómo osas caminar por mi bosque, hombrecillo? Serás un sabroso bocado. Te devoraré!"

El Príncipe acababa de recibir el más alto reconocimiento, tenía confianza en las artes y estrategias de su Maestro, y respondió: "¡Oh, monstruo feroz, yo soy el Príncipe Cinco Armas, y he venido a buscarte! Te reto a que me ataques. Atravesaré tu carne con mis primeras dos armas: Mi arco y mis flechas de punta envenenada".
Advirtió así al monstruo y puso una flecha mojada en veneno mortal en su arco y disparó hacia Pelo-Pegajoso. Pero, en el momento en que toco el pelo de la bestia, la flecha quedo atrapada en el pegamento sin hacerle daño. Al ver esto, el Príncipe le disparó una a una el resto de sus 50 flechas de punta envenenada, pero todas quedaron pegadas en el pelo del monstruo. La bestia sacudió su cuerpo y todas las flechas cayeron inofensivas al suelo.

El Príncipe Cinco Armas sacó su tercera arma, la espada. La hundió en su enemigo, pero tan pronto tocó la gruesa capa de pelo pegajoso, quedo atorada. El Príncipe sacó entonces su cuarta arma, la lanza, y así atravesarlo; pero esta también terminó pegada en el pelo. Finalmente, el Príncipe atacó al monstruo con la última de sus cinco armas: el mazo; pero éste también terminó pegado.

Entonces el príncipe le gritó, "¡Eh, tú, monstruo. ¿Nunca has oído hablar de mí? Soy el Príncipe Cinco Armas. Cuando entré en este bosque infestado por ti, no pensaba ni en el arco ni en las flechas, ni la espada ni en la lanza ni en el mazo. ¡Tengo la fuerza de mi cuerpo, y con ella te romperé en pedazos!"

Lanzó un alarido y golpeó primero a Pelo-Pegajoso con su puño derecho, pero su mano quedó pegada en la capa peluda. Segundo, lo golpeó con el puño izquierdo, pero éste también terminó pegado en la suciedad pegajosa. Tercero, le lanzó una patada con su pierna derecha y luego, cuarto, con la izquierda, como le enseño su maestro, pero, al igual que sus puños, sus piernas quedaron pegadas al pelo del Monstruo. Quinto, y último, lo embistió con un gran cabezazo, como un luchador, pero su cabeza también quedó atrapada en la selva de pelos.

Aunque el Príncipe estaba pegado, colgando del pegajoso pelo, jamás tuvo miedo. El Príncipe Cinco Armas falló cinco veces, se pegó en cinco lugares y colgaba del cuerpo del ogro, pero con todo esto,
no estaba atemorizado. Pelo-pegajoso pensó: "Esto es muy extraño... Este muchacho parece un león. Aún en las garras de un monstruo feroz como yo, no tiembla ni tiene miedo. En todo el tiempo que he estado matando gente en este bosque, nunca había conocido a alguien tan valiente. ¿Por qué no tiene miedo de mí?”

El Monstruo comprendió que el Príncipe Cinco Armas no era un hombre común, y tuvo miedo de comerlo inmediatamente. Antes de hacerlo, le preguntó:
- Joven, ¿por qué no tienes miedo? ¿Por qué no estás aterrorizado de que te devore? ¿Por qué no le temes a la muerte?

El Príncipe respondió:
- ¿Por qué debería temer a la muerte? Si se tiene una vida, es obvio que se tendrá también una muerte.

El Príncipe se iluminó en silencio y continuó pensando: "Las cinco armas que me dio mi maestro han sido inútiles. Incluso los cinco golpes de mi cuerpo ha sido inútiles. Debo ir más allá de las enseñanzas de mi Maestro, más allá de mi cuerpo. Debo llegar al arma dentro de mi corazón, la única arma que necesito".

Pelo-Pegajoso seguía sin comprender, y, a pesar del miedo que lo poseyó, abrió la boca para tragar a su víctima, pero el Príncipe le anunció:
- Monstruo, hay un pequeño detalle que tú ignoras. Llevo en mi vientre un arma secreta: mi trueno. Si me devoras, no podrás digerirlo y te romperé por dentro en pedazos y fragmentos. Si yo muero, tú también mueres. ¡Por eso no tengo miedo!”.

Fin


Tomado de Joseph Campbell. "El héroe de las mil máscaras. Psicoanálisis del mito". Traducción de Luisa Josefina Hernández. México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1959, pp. 85-86. He modificado la traducción en algunos momentos.

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