Obsesión por el poder



Siendo las seis de la tarde del viernes 10 de noviembre, esperamos, en el Hay Festival 2018 (Arequipa), la conversación de Mario Vargas Llosa sobre La llamada de la tribu, ensayo publicado este año, en el que traza el recorrido de las ideas de los intelectuales liberales que más le resultaron fecundos y que considera de una irradiación potente de persuasión, eficacia y claridad. Acompañado esta vez de la periodista Rosa María Palacios y la bloguera de Cuba Yoani Sánchez, conversó sobre la vigencia del liberalismo, la situación política en Latinoamérica y al final comentó el mundo de las redes sociales.

La estructura de La llamada de la tribu se le ocurrió por el ensayo Hacia la estación de Finlandia en que Edmund Wilson, estudiando la evolución del socialismo, escribió capítulos evolucionando desde Giambatista Vico a Jules Michelet, de Ernest Renan a Anatole France, y el libro culmina cuando Lenin llega en tren a la estación de Finlandia en San Petersburgo en 1917 hacia la revolución rusa. El libro de Vargas Llosa empieza con Adam Smith, padre del liberalismo, y cuyo libro principal La riqueza de las naciones fue prohibido por el Tribunal de la Santa Inquisición por presentar una idea que irritó a los padres de la Iglesia: para que los seres humanos se ayuden entre sí, no es necesario invocar la filantropía cristiana ni extender la mano del mendigo, basta permitir que negocien, basta crear las condiciones limpias (hoy entendemos sin corrupción) para que las personas intercambien productos. Esa es la idea seminal del liberalismo, dice Vargas Llosa, que además va acompañada de las políticas que promueven la tolerancia entre los ciudadanos y sus plurales estilos de vida diversos y una sociedad en que se respete a cada individuo, y, como escribió Karl Popper, que el poder político sea un verdadero contrapoder a las trasnacionales y no la llave de sus operaciones ilícitas. El mundo académico, verde de indignación metafísica, califica de superflua a La llamada de la tribu, pero resulta que ese ensayo busca divulgar ideas y por eso sus páginas en apariencia no sudan (resultado de un triple trabajo y respeto por el lector).



En la charla, a la luz de los políticos ahora buscados por la ley, Vargas Llosa, como quienes votamos por el mal menor, deploró la corrupción, pero dijo que siempre es preferible una democracia corrupta a una dictadura. ¿Por qué? Porque la prosperidad de una dictadura es siempre falaz, está socavada por el autoritarismo. El caso que él ve actual es el de Venezuela y Chávez, un militar que creyó que con sus ucases ayudaría a sus compatriotas y lo único que consiguió fue hacer que los venezolanos huyan de su país. Y afirmó: “No podemos ser inocentes y creer que un militar, un autoritario, revolverá por arte de magia los problemas del país”.

La periodista y bloguera Yoani Sánchez piensa que La llamada de la tribu saca chispas porque es el libro de un converso, de alguien que vio que detrás de las utopías socialistas hay humo. Vargas Llosa, buscando matizar, dijo que en realidad el populismo tanto de izquierda como de derecha es catastrófico, parten de supuestos falsos: que no hay que hacer sacrificios para ser prósperos y modernos. “Somos responsables de las tragedias que vivimos”, dijo. Aunque lo que mantiene vivo el fuego cruzado contra Vargas Llosa en Latinoamérica es cuando lanza tiros certeros como éste en la conferencia: «¿Dónde económicamente ha triunfado el comunismo? En ninguno».

Rosa María Palacios le consultó sobre su obsesión por el poder, pues, recordemos cuando el escritor recibió el Premio Nobel (2010) y la Academia lo galardonó por «su cartografía de las estructuras del poder y sus incisivas imágenes de la resistencia individual, la revuelta y la derrota». Esa obsesión por el poder, respondió Vargas Llosa, es compartida por todos los peruanos que estamos hartos de las dictaduras. Y reiteró que aunque resulte que nuestras democracias sean corruptas, pueden mejorarse desde los propios ciudadanos y los canales de la protesta cívica y el periodismo libre. En las democracias, dice el escritor, se percibe mejor que las verdades son huidizas, no son estables, y por eso la crítica, la prensa ayuda a corregirlas. Algo impensable en las dictaduras. La perspectiva del autor de Conversación en la Catedral es ahora optimista: “Por primera vez en la historia, los países pueden elegir ser prósperos o ruines”. Rosa María Palacios parece querer morder sobre ese tema, porque algunas premisas parecen no encajar sobre nuestra realidad peruana y por eso tantea al escritor: “La democracia peruana está convulsionada…”. “¡Es corrupta!”, enfatiza Vargas Llosa y admite: “cómo no estar decepcionados si los que llegan al gobierno roban”. Pero, para Vargas Llosa, los peruanos no deberíamos dejarnos abatir por el pesimismo, pues hay casos alentadores. Y en encendido rapto que mereció los aplausos del auditorio, dijo que hay que resaltar los casos positivos, a esos fiscales y jueces, a los periodistas que como Gorriti muestran que la descomposición si puede ser corregida.

Añadió que la vía de la insurrección es peor –se refiere al gratuito derrame de sangre y sufrimientos sobre personas que nada tienen que ver con el ejercicio del poder- y la solución que propone es elegir mejor a los gobernantes. "Hay que elegir mejor a los congresistas no es posible que elijamos legisladores incompetentes, muy poco honestos y que el Parlamento sea el gran obstáculo. Ojalá que en las próximas elecciones no volvamos a cometer el error de elegir un Congreso fujimorista". Y arriesgó una profecía: "El fujimorismo, a través de lo ocurrido en este último tiempo, ha entrado en un proceso de extinción".



Al finalizar se le preguntó qué está escribiendo, pero él dice ser supersticioso, no cuenta sobre aquello de lo que está escribiendo, pero se animó a decir que un escenario es Guatemala. La bloguera preguntó por qué el escritor no está en el mundo digital; “porque soy anacrónico”, contestó, “y porque me produce miedo por la cultura: no puede ser un ideal que apretando botones uno se exonere de pensar. Un mundo orwelliano no pude ser el ideal de una sociedad”.




























P. D: Las redes sociales le dedican obscenidades y un columnista dice que Vargas Llosa “dedica una columna entera a burlarse de la vestimenta de Evo Morales”. Falso. Lo que ocurre más bien es que en ciertas burbujas académicas, el traje de Evo lo vuelve inmune a la crítica. “La derrota de Evo”.


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