El tenedor de Hume





Fue un filósofo muy suspicaz quien minó el esoterismo de la filosofía abstrusa y calificó a la metafísica de vanidad estéril por enredarse en zarzas y espinas y adentrarse en temas inaccesibles a nuestra inteligencia. David Hume (Edimburgo, 1711-1776) ademas de filósofo fue historiador y economista y diferenció dos tipos de escritores, aquellos que cultivan un estilo claro y preciso, otros que son arrastrados por especulaciones farragosas y flojas. En su escritorio, al leer ensayos o papeles, movía sus deditos y preguntaba cómo el autor sabía lo que decía. ¿Las ideas de los ensayos provenían de las experiencias del autor, de sus sentidos o el libro merecía ser sacrificado al fuego? A los veintitrés años comenzó su Tratado de la naturaleza humana (1740), agarrando del pescuezo a los charlatanes mediante un tenedor de dos dientes; uno pinchaba la lógica, el otro la evidencia empírica; y si un ensayo discurría sin ofrecer ni evidencia ni lógica, entonces Hume, con deleite, arrojaba el libro a las llamas de su chimenea.

Fuera de las aulas universitarias, entre guarniciones de encurtidos y pasteles de carne, a la mesa con sus amigos, disfrutando de jaleas y vinos, discutió las ideas refrescantes de Bacon (“la teología, lo mismo que una virgen consagrada a Dios, nada crea”), Descartes, Hobbes y, principalmente la teoría del conocimiento de John Locke, y coincidió con éste en que la reflexión se estanca en naderías cuando no hay experiencias que la respalden. Buscando erradicar el parloteo inútil, Hume escribió de forma asequible para el público lego; y sin embargo, dadas sus premisas de partida, le fue inevitable arribar a una conclusión escéptica y describir al ser humano en coordenadas de espacio y tiempo. No podemos conocer directamente el mundo, dijo el filósofo de Escocia, pues sólo conocemos la información que recibimos de nuestros sentidos y después mezclamos esa información con otras y obtenemos ideas. El filósofo Kant agradeció a Hume haberlo despertarlo del sueño dogmático de creer que se conoce directamente el mundo, aunque le criticó no haber diferenciado el origen de las ideas (tarea de la fisiología) y sus justificaciones lógicas.

Hume fue bibliotecario del Colegio de Abogados de Edimburgo, ahí continuó escribiendo páginas luminosas y elegantes, y trabajó en la embajada de París, donde conoció a los enciclopedistas. Escribió sobre el suicidio y siempre vio la filosofía como un antídoto contra las pestilencias de la falsa religión. Dijo que el celibato, el ayuno, la mortificación y todas las virtudes monacales embotan el entendimiento, endurecen el corazon, apagan la imaginación. Antes de su muerte, no dejó que las supersticiones entraran a su cabeza y mantuvo un ánimo templado, sin albergar sentimientos religiosos. Pocos días antes de irse de este mundo, en su mesa de noche lo acompañó el magnífico libro de Lucrecio Diálogos de los muertos.



Comentarios

  1. Profesor sus textos están muy interesantes para leer en vacaciones!! Un saludo!!

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