Almacenados
La obra Almacenados tendrá
sólo diez funciones del 26 de enero al 5 de febrero en el Centro Cultural de la
PUCP y si has cuestionado alguna vez tu trabajo esta obra te hará bien, te hará
daño o todo a la vez.
En una semana Don Lino (Alberto Ísola) se jubilará de un antiguo almacén
y en cinco días, además, debe enseñarle las destrezas de apilar y ordenar astas
y mástiles a Nin, el nuevo operario que observa el pavoneo y ritualismo del
veterano empleado de puntualidad astral y limpieza meticulosa. Cuando don Lino,
esta ratita disciplinada camina por un laberinto imaginario, sus bigotitos y
dedos se excitan como tentáculos por cumplir con su microscópico deber: ponerse
el guardapolvo, sentarse, matar el tiempo, esperar la colación, volver a
sentarse. El señor Lino, junto al teléfono, los folders, el escritorio, es un
decorado más del almacén, podría ser remplazado por un cactus.
El joven Nin, con las manos en las axilas, no juzga, observa los
desplazamientos y la inmovilidad del hombre mayor que parece guardarle rencor,
y durante el refrigerio entre dientes a penas intercambian palabras. En
cuestión de días entre ellos se engañan, se desprecian, se hieren, como todo
ser humano. El logro de Almacenados es cómo en sus pequeñas agresiones los
personajes se ven a los ojos y descubren los mil significados que ese trabajo
mineral derrama.
Don Lino se ha empernado en un quehacer que detesta; los romanos
llamaron a eso «tripalium»: tanto trabajo como tortura. Los monoteístas
asumieron que el odioso trabajo era una condena de Dios («ganarás el pan con el
sudor de tu frente», Génesis 3:19), mientras Paul Lafargue, en El derecho a la pereza, acusó que el
trabajo era una vil imposición del ciego sistema de producción en masa.
Esas interpretaciones sobre el trabajo desfilan en la obra a la vez que
don Lino y Nin parecen aceptar esa labor banal, mecánica. La rutina se ha
enroscado en sus cuellos y los estrangula tibia, cálidamente.
Almacenados, no obstante, muestra que para el señor Lino el trabajo es también una
actividad que, aunque minúscula, imperceptible y ridícula, le otorga un camino.
La jubilación para este hombre que se pinta las canas es un cronómetro que le
estalla en la cara y esta revelación hará que Nin decida continuar o no con el
sonido sordo de la monotonía.
Ni comedia de carcajadas ni melodrama para escurrir pañuelos,
Almacenados nos sorprende con un chispazo de arte.
Recuadro:
10
únicas funciones
Va
del 26 de enero al 5 de febrero
Dramaturgo:
David Desola (En 2002 ganó el premio Hermanos Machado con esta obra)
Director:
Marco Mühletaler
Protagonistas:
Alberto Ísola y Óscar Meza
Lugar:
Centro Cultural de la PUCP
Escenografía:
Ana Osorio y Xabi Gracia.