Programa Keiko

    1) Militares en las calles. No es suficiente la policía que sólo disuade a la delincuencia. Los militares, preparados para eliminar y exterminar al objetivo, patrullarán cuadras y parques, universidades y cantinas, con fusiles de 20 kilos y sin torpes órdenes judiciales. Reivindicación de El Grupo Colina, sí. Moscardones de helicópteros sobrevolarán la ciudad. Se acabó el recreo, delincuentes. Niños, posterguen su infancia.


     2) 24x24. No impidan el trabajo del... policía. En sus días de descanso, los policías podrán trabajar como guachimanes de grifos, chifas y casinos. No hay conflicto de intereses. El policía protege el bien público, el guachimán protege el bien privado, cierto, pero el delincuente es el mismo. Policía que trabaja 24 horas seguidas no es un policía cansado, es un policía apasionado de su trabajo. 
    3) Cárceles a 4000 metros. Las cárceles de Austria, Suecia y Holanda son paraísos caviares, centros de recreación donde los delincuentes egresan reformados, resocializados y sin reincidir. Bla, bla, bla. Al delincuente hay que azotarlo, encadenarlo en ergástulos, en fosas romanas. Por eso romperemos las cadenas de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Daremos pie a la sana venganza y a la sed de sangre de un pueblo que llora y sufre y se ahoga en el fondo del mar. Un delincuente hacinado es un delincuente. Punto. 
    4) Minería ilegal. La bonanza de nuestro país descansa, qué duda cabe, en su tierra. No sucumbiremos a la minería sólo legal de las trasnacionales explotadoras (lubricadas por lobistas). No. La mal llamada “minería ilegal” da comida a los peruanos. Las adolescentes que merodean la boca de una mina, no buscan trabajo parasitario. Son mujeres que pueden decidir ser modernas y precoces. Por ello, al lado de cada mina ilegal, implementaremos una posta de educación sexual confeccionada por el Cardenal y una posta médica diseñada por Alejandro Aguinaga.

    Estas son nuestras propuestas.   

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