Fujimorismo, libros y marchas

    Ayer como hoy, las marchas de los estudiantes despiertan conciencias.
    En el 98 yo escuchaba una clase de filosofía antigua, estudiaba en la PUCP y, luego de eruditas referencias, el profesor,, abrió las puertas del aula y nos señaló la calle.
    En realidad, Atilio detuvo su clase sobre Heráclito (él ama a Heráclito) y nos recordó que ese día se preparaba una importante marcha contra Fujimori, contra la mafia, e hizo el recuento de todas ...las dentadas del fujimorismo contra la democracia hasta esa fecha: escuadrones militares, destitución de magistrados, la maquinaria de la prensa chicha, la SUNAT como pata de cabra contra las conciencias. El fujimorismo, ayer como hoy, roía nuestra dignidad.
    Atilio nos enseñó que lo peor es ser cómplice por silencio. Heráclito podía esperar un día, la democracia no. Debíamos frenar la selva despiadada, el reino sin ley de las grandes empresas y no ser sumisos como la prensa. Con su locuaz persuasión, partió una tiza con sus manos y fulminó: "¡A nuestras espaldas, frente a nuestros ojos, Fujimori convierte este país en nada menos que un bulín!"
    En la marcha encontré a otros profesores, intelectuales y periodistas. La presencia de San Marcos era fuerte, histórica, y formamos un único puño con los grupos de trabajadores.
    Con las marchas me vi interesado en leer nuevos libros y registré mejor hacía donde nos llevaba Fujimori y su remedo de liberalismo, y las clases de filosofía antigua fueron más interesantes aun.

    Las fuerzas antidemocráticas detestan las marchas, por eso Fujimori en 1996 buscó erradicarlas y redujo a los universitarios al nivel de clientes.
    Con Fujimori las universidades negocios proliferaron y prohibieron a los estudiantes agruparse, prohibieron que descubrieran el valor de la política. La prensa inventó la imagen del universitario ocioso y fueron los ociosos quienes se la creyeron.
    Ahora que los fujimoristas, enloquecidos, buscan culpables de la derrota de Keiko. que vean los efectos limitados de un táper y los efectos a largo plazo de un libro. Pero el fujimorismo odia los libros, porque sus efectos son impredecibles.

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