La tentación de ser fujimorista

Según los niveles de educación, cuando un ciudadano tiene más grado de instrucción, más alejado estará del fujimorismo. Pero hoy muchos de quienes votaron por PPK se pasan a Keiko. 

En varias empresas los trabajadores son obligados a leer el diario Gestión (firman un documento que asegura haber leído ese periódico cada día)

En las universidades, en cambio, se leen novelas, y los efectos de esas novelas sobre los estudiantes son insospechados. Los estudiantes matizarán el mundo en grises tan finos que es imposible el uniforme. Esa diversidad no impide algunos consensos: el fujimorismo significa la destrucción de la democracia, significa dejar de ver los grises del mundo

Pero la realidad siempre tumba a los conceptos. Pablo Macera, Marta Hildebrandt y Hernando de Soto, aunque no nos gusten, son intelectuales y fujimoristas. Igual el psicoanalista Moisés Lemlij. ¿Por qué, ah?

Tal vez porque el fascismo es fascinante. Es una bandera que saca la bestia que somos. Permite juzgar, insultar, escupir. Se basa en creencias, nunca en ideas. No importa el título académico, siempre tendremos espacio para las convicciones fanáticas, y encima el autoritarismo nos seduce. Y el fujimorismo lo sabe.

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