Aroma de Auschwitz
En la pollería La Granja Azul, existe menú para nanas. Un plato rico y económico.
¿Algún problema? Los expertos en marketing han pensado en el bien de las
familias y las nanas. ¿De qué nos quejamos?
En Plaza Vea una trabajadora lleva en la
espalda el aviso: “Estoy entrenando para servirte mejor”. En Wong los empleados
bajan la mirada; las cajeras soportan exabruptos. Todo orientado hacia su
majestad, el cliente. Un cliente que de ciudadano no tiene nada.
El
rabí Tarfón hincaba con esta frase: “No es necesario que acabéis el trabajo, pero
ninguno de vosotros es libre de abandonarlo.”
Estamos
en el mundo descrito por George Orwell, un mundo en que el marketing llama al
despido “reubicación” y al racismo “nos reservamos el derecho de admisión”. Es
también el mundo de Kafka donde la injusticia de una institución resulta
invisible; el ciudadano se siente minado y no puede defenderse de la retórica
del burócrata.
¿O
es que el mundo se sincera brutalmente? “Estoy entrenado para servirte mejor”
guarda un parecido de familia con las cálidas puertas de Auschwitz: “El trabajo
te hará libre”.