¿La iglesia católica es una fuerza para el bien en el mundo?















"¿La iglesia católica es una fuerza de bien para el mundo?" fue el título de un debate del 2009 que he mostrado a los estudiantes este ciclo y he obtenido un resultado pavoroso: muchos católicos se ofendieron y se retiraron del aula. A mí la vida y obra de cuatro amigos católicos me llevan a considerar que el catolicismo es una fuerza de bien: ahí están Cesare, Vicente, Felipe y Lucho, y también otras personas, y desde luego "Fe y alegría".


Pero otro es el caso cuando pienso en los jerarcas y los dogmas de la Iglesia, en el episcopado peruano y el Vaticano, en esa homofobia y misoginia matonesca, en cómo los vulnerables son adoctrinados a cambio de ayuda social, y cuando recuerdo la larga historia de crueldades de la Santa Sede. "¡La Iglesia está hecha de humanos que nos equivocamos!" Está bien, pero la Iglesia parece una aerolínea cuya consigna es destruir la libertad de las mujeres y gays, imponer una sexualidad patológica a todos y, en la práctica, violar a muchísimos niños tras bambalinas. Es un avión, además, que te llevará -a pesar de todas las intelectuales maromas postmodernas- al Medioevo en que las artes son vigiladas, las ciencias ridiculizadas y las otras religiones caricaturizadas.

Puedo comprender la necesidad de ser espiritual y buscar un sentido a la vida. puedo comprender el deseo de formar parte de una comunidad, puedo comprender que se admire a Jesús. Pero otra cosa es besarle la mano a una autoridad y creer que es el virrey de Dios; otra cosa es ir los domingos a misa por miedo y para deleitar al emperador.

A inicios de este año, bajo el sol del atardecer y camino al sur, mi hijo nos preguntó a Sandra y a mí dónde está dios. Así, en singular. Pero la maravillosa pagana de su madre le dijo que ahí estaba, en el sol y el mar, en el cielo y la tierra, y bajamos y mojamos los pies en una playita. Después por la noche mi hijo volvió a preguntar por dios, y la pagana, abrazándolo muy muy fuerte, le mostró la luna y las estrellas. Y yo los abracé.


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